De Barranquilla y el Atlántico parece que su historia precolombina, de contacto y colonial no hubiese existido. Los tradicionales y modernos historiadores parecen desconocer o no relacionan los tiempos pretéritos con las más recientes épocas republicanas y modernas.
Por ejemplo, de los inicios de la mal llamada Conquista -que hoy se tipifica como una violenta invasión- tan solo se tiene referenciada la entrada de Pedro de Heredia en estos territorios para 1533. Fuera de ellos, son poquísimas o nulas las menciones a los muchos poblados indígenas -sus costumbres y jefes o caciques- que habitaban orilleros desde la desembocadura del Río Grande, hasta los planos inundables que conforman hoy la depresión momposina; tampoco de los pueblos o ciudades existentes en la red de colinas que hacían parte del colonial territorio llamado por los españoles: Tierradentro.
¿Donde están registradas sus principales vicisitudes sociales, sus hitos históricos destacados, la evolución de sus cosas materiales y pensamientos?, todo esto hasta los años 1813, que se vislumbra como tiempo de registro de vida política propia, pero que muchos documentos, sino todos, junto con casas y edificios en materiales de fácil combustión, fueron incinerados el fatídico 25 de abril de 1815, cuando fue arrasada y quemada por los españoles la naciente villa de Barranquilla -la de Kamachi y la de San Nicolás- ya unidas por vecindad, trabajo y otrora infortunio.
Algunos de estos historiadores se les ve repetir también infortunadamente, que Barranquilla y el Atlántico no tuvieron vida prehispánica ni colonial, tan solo por que no ven vestigios arquitectónicos- en cal, canto y barro cocido- como en Cartagena, Santa Marta, Mompox, etc.; solo quedarían objetos en piedra, metal, tales como petroglifos, cañones, pistolas, espadas, monedas; que por allí andan, indeterminados e inclasificados y por supuesto, ignorados e irrespetados.
Por ello pasó desapercibido, o dolosamente invisibilizada, la famosa “remodelación” del Fortín San Antonio, con sus tres baterías españolas de dos cañones, que por su saqueo sistemático, paso a ser, de Colonial -con retoques, enladrillados y estucado- en hermoso edificio republicano.
Una laguna de memoria histórica- de más de tres siglos- subyacentes como los fondos lodosos de la Gran Ciénaga de Kamachi, que en la medida que,”naturalmente” se fue colmatando, sería invadida, apropiada y rellenada con material de préstamo y escombros; fondos cenagosos que comprenden hoy los territorios isleños de Las Lomas, Veranillo o Venadillo, Caño La Tablaza , Red de Caños del Mercado, Dársenas, Puertos, Zona Franca y Barranquillita.
Pobre de nosotros, que por amnésicos de nacimiento y vocación; estaremos condenados a repetir los malos aconteceres históricos de nuestra disfrazada y carnavalesca memoria.
Efraín Q.I. Leal Puccini
bioecodosmil@hotmail.com”