CAMINANDO
POR ACERAS Y CALLES DE BARRANQUILLA
Por: Querubín Imperio
Agosto 15 de 2014
Las peripecias de ser
peatón en esta inércica ciudad.
Algunos de los obstáculos
en el andén:
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Los “popos” de perro
y de otros animales “minas ensucia patas” para simular aquellas ‘Quiebrapatas’
que siembran los grupos armados a fin de cuidarse o atrasar las ofensivas de
los antagonistas.
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La salida intempestiva
de vehículos, que sin ningún indicio de su rauda salida de garajes en sótanos y
parqueaderos de edificios y conjuntos residenciales.
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Los interminables
flujos de vehículos con apariencia de “nunca acabar”, desde que sales cuadras
arriba, y que vienen de un atoramiento en los semáforos que parecen
multiplicarse a la manera exponencial de los microbios y la especie humana.
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Los andenes, que
debían ser continuos y sin obstáculos de construcción pero se presentan
discontínuos, llenos de altillos o resaltos, baldosas resbaladizas,
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Las rejas de garajes
y portalones que sus dueños explayan con desparpajo y en actitud, de que esto
es mío y hago lo que me da la gana.
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La copa de los árboles
y arbustos que sus dueños no podan para brindarle al peatón un pasadizo franco,
si no que las ramas llenas de plaga (algunos gusanos peludos e irritantes) que
el transeúnte roza y carga hasta llegar a su destino.
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Los Barrendero(a)s,
que con sus escobas nos instan a sacudirnos los pies, como en aquel pasaje
bíblico, que nos dice que lo hagamos cuando son hostiles nuestros anfitriones y
aquellos que lavan las aceras y andenes con chorros de agua que nos salpican
inmisericordes.
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Las bicicletas,
vehículos y demás medios de transporte que obstaculizan plenamente el paso,
pues sus dueños consideran que son más importantes las actividades en los que los usan, que el ciudadano
consciente que se traslada caminando.
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La profusa agua
corriente en las calles y los vanos, que sale de todas partes, llámense fugas
de acueductos y alcantarillados, lavado de patios y terrazas, industrias o
comercios.
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Algunos “adorables”
perritos que mal educados por sus dueños intentan mordisquearnos o nos ladran
intensamente, asustándonos de paso.
Bueno, queridos
conciudadanos, si de pronto se me queda en el tintero, algún otro impedimento
para caminar seguros y contentos como caperucitas por el bosque- pero sin lobo-
le rogamos el apreciado favor de comunicárnoslo, para añadirlo a la lista;
gracias de antemano.